Opinión
Con repetida frecuencia hemos escuchado de los voceros oficialistas que Globovisión es "un pequeño canal que casi nadie ve", pero al parecer ese casi nadie son precisamente los mismos oficialistas que no despegan su mirada de la pantalla de Globovisión.
En más de una ocasión hemos visto alguna noticia sólo por el canal de La Florida y de inmediato sale un vocero del Gobierno a negarla acusando al medio, prueba de que están todo el día con ese canal encendido, pendientes de su programación, e imaginamos a muchos temblando cuando la programación normal es interrumpida para dar un avance noticioso, ante la posibilidad de que ese avance contenga una denuncia en su contra.
Otra prueba de la alta audiencia que el canal tiene en las filas del chavismo la constituyen aquellos que aún siendo rojos rojitos, cuando desean protestar o reclamar por algo que consideran injusto. Son los primeros que llaman a Globovisión para que los cubra. Saben perfectamente que muy difícilmente su reclamo saldrá al aire por VTV. La protesta no cabe en el canal del Estado cuyas líneas informativas son dos muy claras y burdas: vivimos en el país de las maravillas con el mejor Gobierno del mundo y toda la oposición es golpista, fascista y lacaya del imperio. En cambio, saben que si Globovisión los cubre, su reclamo saldrá al aire y habrá trascendido de lo particular a lo colectivo.
Como ya nada sorprende y afloran todas las contradicciones en aquellos que han hecho de la política, no su proyecto de vida dedicado al servicio público, sino su modo de vida, a diario en VTV se exhiben las campañas más desprestigiantes en contra de los dirigentes de oposición, de los liderazgos sindicales, empresariales o hasta de la propia Iglesia Católica, sometiéndolos al escarnio público (con total complacencia de los órganos que deberían controlarlo y proteger la dignidad de los mencionados).
Y, mientras eso sucede, los dirigentes chavistas saltan indignados a amenazar a periodistas y a medios que se atrevan a exponer a cualquiera de ellos ante la opinión pública, por más que los hechos que expongan sean ciertos. Fieles practicantes de aquella conseja que dice que la mejor defensa es el ataque, olvidan lo que transmite el canal del Estado en contra de aquellos que ellos mismos denuncian. Si se habla de ellos en Globovisión, el medio los expone, pero todo lo que transmita VTV es válido para ellos. Más allá de la pretendida descalificación a Alberto Ravell realizada por el propio Presidente de la República al denominarlo "loco con un cañón", dejamos el punto de la locura para el análisis de los psiquiatras; que ellos sean quienes determinen quién debería ser declarado como tal y quién no.
Pero esa frase reveló que el pequeño canal de La Florida, ese que al decir de los oficialistas "casi no lo ve nadie", resulta ahora que es un "cañón". Qué contradictorios. Un cañón no es una pistolita de agua. Un cañón indica que el canal es un arma con fuerza destructiva. Si casi nadie lo ve, ¿cómo puede ser letal a los intereses de la revolución, al punto de que el propio Presidente lo haya calificado de ser un cañón? Cada uno de los que ha salido de las filas del chavismo convencido luego de estar adentro de que el proyecto original ha sido totalmente cambiado y que ha dado una vuelta completa hacia el centralismo, el control hegemónico del poder y el personalismo militarista, al primer canal que acuden es a Globovisión.
Son los mismos chavistas quienes al dejar de serlo, sabiendo que el canal de noticias tiene una altísima sintonía, los que expresan sus motivos de separación a través de esa pantalla. Varios programas de VTV se alimentan casi exclusivamente de lo que emite Globovisión. Están todo el día chequeando cada uno de sus programas de opinión o de información, para luego repetirlos e ir contestando esas informaciones u opiniones. Y cuando éstas resultan muy contundentes, dejan de lado la información y atacan a los exponentes para descalificarlos y así, por mampuesto, descalificar también la noticia u opinión que del vocero emana. Si no existiera Globovisión, ese tipo de programas perdería su fuente principal de producción.
Nos volvemos a preguntar, si nadie lo ve y tanta gente ve a VTV, ¿por qué ser tan torpes como para repetir la programación de Globovisión y tratar de destruirla? Al repetirla hacen que la supuesta inmensa audiencia de VTV se entere de lo expuesto ante la supuesta pequeña audiencia de Globovisión, y la exponencien. Cada actuación en contra de Globovisión evidencia el inmenso nivel de credibilidad del canal de noticias de Venezuela, ese al que todo el mundo apela cuando "algo está pasando". A eso es a lo que teme el gobierno y, al no haberle destruido su credibilidad, optan por tratar de silenciarlo para siempre.
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