Vladimir Villegas
En no pocas oportunidades he expresado mi crítica a la línea informativa de Globovisión. Y no sólo a través de esta columna, sino que con el mismísimo Alberto Federico Ravell lo he discutido pública y privadamente. Globovisión es uno de los extremos que pujan a favor de la confrontación y la polarización.
Es un canal con una línea política, más que una línea informativa. Y frente a esa línea política se está o no se está de acuerdo y punto.
En mi caso particular, no lo estoy.
A uno le da la impresión de que Gobierno y Globovisión se necesitan mutuamente. Y si el Gobierno toma la decisión de cerrar Globovisión, créanme que va a necesitar abrir otro canal como ese, que ha sido, quiéranlo o no, el combustible para empujar la política comunicacional del Gobierno bolivariano, y para mostrar al mundo mediático privado como un bloque ayuno de matices. La realidad de los medios no es la misma que la de 2002. No hay un consenso mediático para enfrentar al gobierno de Hugo Chávez como sí lo hubo en los tiempos del Carmonazo y de los paros empresarial y petrolero. Y, sin desconocer que existen medios impresos y audiovisuales con una clara postura contra el Gobierno, esa situación la hemos vivido en Venezuela en no pocos momentos.
Hoy hay medios para todos los gustos. Unos como Globovisión, decididamente opositores, y que no tiene una gran cobertura nacional, a pesar de la ayuda que no pocos programas de VTV le dan al retransmitir febrilmente fragmentos de su programación. Otros, que tienden a buscar el equilibrio informativo, con una programación más o menos balanceada; y los medios oficiales, que cumplen el mismo rol que Globovisión, pero a la inversa. Mientras el canal de La Florida es un partido opositor con cámaras, VTV y los demás medios oficiales son antenas repetidoras del PSUV. Ni siquiera del chavismo en general. Y a las no pocas pruebas me remito.
La solución que el Gobierno encuentra para resolver ese "problema político" llamado Globovisión es amenazar con el cierre, que pudiera concretarse de un momento a otro. Y no se pasea por otras vías para evitar que un canal de tan poco alcance nacional le siga amargando la vida. ¿No cree usted, señor Presidente, que una mejor manera de saltar esa piedrita en el zapato llamada Globovisión sería transformando radicalmente los medios del Estado y abriéndolos a la crítica, al debate sin cortapisas y a la difusión de los más diversos puntos de vista sobre la vida, la política, la cultura y la economía? ¿Cómo se explica usted que la "guerra mediática" entre Globovisión y la batería de medios del Estado no pueda ser ganada sino con "sorpresitas" como un eventual cierre de ese canal? ¿La única manera de ganarle la batalla a Alberto Federico es tapándole la boca a él y al medio que dirige? ¿Qué es más perjudicial para sus objetivos políticos, un canal como Globovisión, opositor a ultranza e impulsor de los peores errores cometidos por la oposición, o unos medios públicos que empalagan de tanta incondicionalidad y adulancia hacia su persona, y que se niegan a registrar las exigencias y los reclamos del propio pueblo chavista y las posturas críticas de sus aliados? Sinceramente, una medida de cierre contra Globovisión y otras decisiones destinadas a tratar de "meter en cintura" al resto de los medios privados, incluyendo a los más moderados, iría a contracorriente del tipo de sociedad que uno desea para Venezuela, que se caracterice por su diversidad, por el respeto a la crítica y por el debate abierto. Los que aplauden hoy esta eventual medida podrían arrepentirse más temprano que tarde.
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